Lusvelyn Arias ha descubierto  en la artesanía el tesoro de su corazón humano, capaz de expresarse a través del arte de las manos.

Bordando con mostacillas ideas y sueños, la comunicadora de profesión y vocación, ha creado una marca artesanal donde aprendió a enamorarse  tanto del proceso, como del resultado.

No es casualidad que ella asuma como suya la frase de  Vincent Van Gogh: “Lo que se hace con amor está bien hecho”.

La fundadora de  SulBrooch contó que una vez la creadora de Mami de la Loma Baby Wearing, María Elena Vargas, le solicitó el primer broche de Mafalda para un regalo.

“Debo confesar que no estaba complacida con el resultado final pero a ella le agradó y le cobré solo por los materiales porque no estaba 100% conforme. Mi gran sorpresa es que el broche era para Zoila Luna y le gustó tanto que a través de ella me llegaron nuevas clientas”, expresó.

¿Cómo surge en ti la idea de crear broches artesanales?

En el 2010 me enamoré de los curiosos broches que usaba una compañera de trabajo, siempre esas piezas estaban en sintonía con su personalidad.  ¡Me encantaban!

Lo anterior se conecta con el 2019, cuando sentí la necesidad de desarrollar alguna actividad creativa para alejarme un poco del uso de mi teléfono.

Por tal razón, decidí hacer un curso de broches bordados con mostacillas y me gustó tanto la técnica que seguí inventando y compartiendo mis avances en mi cuenta personal de Instagram @LusverlynArias.

Y cuando comencé a tener buena retroalimentación de mi comunidad digital, descubrí que tenía en mis manos una oportunidad para crear mi marca artesanal.

¿Dónde desarrollas tus habilidades?

Comencé a desarrollar mis habilidades con el curso de broches con la artesana Ann Beato en septiembre de 2019. Ya luego he seguido el proceso de aprendizaje e inspiración con videos de artesanas rusas. Ellas tienen buenas destrezas en el manejo de esta técnica.

¿Cómo nace la marca?

Cuando hice el curso, mi intención no era emprender como artesana, solo quería relajarme y apartarme un rato de mi teléfono. Creo que con la retroalimentación y motivación de las personas entendí que podía lanzar mi marca de broches artesanales.

Así nació Sul Brooch para la mujer intensa, segura y femenina. Cada pieza es imperfectamente perfecta para cada dueña. Son más de cinco horas de trabajo por broche para que cada clienta reciba una pieza única.

Cada broche tiene una esencia según el gusto de quien lo va a usar, ¿cómo conectas tú con esa esencia?

Lo mágico de los broches artesanales y por encargo es que justamente son personalizados. Cada persona solicita la forma, colores y figuras preferidas.

Este proceso creativo inicia con un dibujo cuando son piezas que no se han hecho antes y luego el cliente selecciona el color de su preferencia.

Y por más parecido que se quiera hacer un broche con las mismas características, siempre habrá algún detalle que sea diferente. No es una máquina que puede replicar ciento de veces un trabajo tal cual, es una humana imperfecta que dura más de cinco horas creando un broche. 

¿Qué es para ti una creación terminada?

El resultado de una serie de pruebas y errores que se convierten en una pieza única. En especial, cuando son broches que implican más tiempo por desbaratar y reiniciar cuando no logro en las primeras puntadas lo que busco.

Hay veces que duro tanto haciendo un broche, que desarrollo como una especie de apego emocional y no lo quiero vender, sin embargo, cada pieza personalizada llega a las manos de su dueña.

Tomado del periódico La Información.